Como muchos de vosotros sabéis, ante esta crisis muchos políticos optan por recortar derechos sociales como la educación y la sanidad; sin embargo, todavía estamos esperando que se recorten ellos sus sueldos y privilegios, que son muchos y escandalosos (sin mencionar la pasividad y connivencia ante la corrupción).
La mayoría de nosotros nos preguntamos cómo es posible que nuestros dirigentes nos hundan más en esta espiral caótica en lugar de tomar medidas adecuadas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que, al fin y al cabo, somos sus jefes (me da la risa).
Reflexionando sobre el tema he encontrado una explicación gracias a la ayuda del latín, considerada una lengua muerta, pero que todavía resulta útil. Todo se entiende si conocemos el origen de las palabras. Compararemos el término maestro (profesional de la educación) con el de ministro (político que dirige un departamento entre los que se divide el Estado).
El término maestro deriva de magister y éste, a su vez, del
adjetivo magis que significa más o más que. El magister lo podríamos definir
como el que destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y
habilidades. Por ejemplo, Magister equitum (jefe de caballería en la
Antigua Roma ) o Magister militum (jefe militar).
El término
ministro deriva de minister y éste, a su vez, del adjetivo minus que significa
menos o menos que. El minister era el sirviente o el subordinado que apenas
tenía habilidades o conocimientos.
Conclusión: El latín nos explica por qué cualquier tontolculo puede ser ministro pero no maestro.